El deporte nace del juego. Hay
que conocer el juego, la esencia que encierra su contexto particular, las
necesidades específicas que ahí enfrentan los jugadores desde sus diferentes
puestos, su red de relaciones, socio estructuras y la especificidad del MODELO
DE JUEGO (MDJ). Aclaro, conocer el juego
es muy distinto a conocer el deporte. En este caso haré referencia al fútbol.
El MDJ se construye a partir de los jugadores y
de las relaciones emergentes entre ellos, si no hay jugadores lo que se tendría
es una idea de juego y un MDJ puede contemplar varios sistemas de juego. El
modelo no es la suma de los elementos con los que cuenta el entrenador, es la
forma particular en que él decide ponerlos en interacción para conseguir ganar
el juego. El MDJ está en constante construcción y evolución por múltiples
factores (la presencia ausencia de uno o varios jugadores, por los resultados,
pero también por el club, por su historia y hasta por su cultura
organizacional). El MDJ es la brújula que dirige el proceso de entrenamiento. Por
tanto, se concluye que la preparación física, táctica-técnica debe estar
dirigida específicamente a la construcción del MDJ, la preparación psicológica
no tendría que ser la excepción… pero en la tendencia parece que lo es.
¡No se extrañe!, tiene razón,
muy poco se lee y se conversa sobre este tema que como vemos no es para nada
marginal, ni mucho menos ajeno a nuestra intervención. Es más, parece algo
lejano “que le corresponde al entrenador y a su equipo” pero los psicólogos ¿no
somos parte de él? o ¿no reclamamos ese lugar con tanto esmero? Parece no tomarse
tanto en cuenta, aspectos relacionados al modelo de juego que se construye a
través de (¡Sí!) los mismos jugadores que entrenamos psicológicamente.
En ocasiones se percibe más
interés en que el atleta conozca las variables psicológicas y aprenda a autorregularlas,
(asociando la aplicación de estas prácticamente al éxito deportivo) que a la
relación que pueden tener estas en la comprensión y aplicación del MDJ. En mi
opinión, la autorregulación tiene lugar como medio, no como fin. Uno de los
fines para mí sería la adaptabilidad en lugar de la autorregulación, aunque
entre ambos haya relación, el primero está al servicio de la actividad
realizada y el segundo de un estado.
Hasta el momento no se conoce a
un monje budista que juegue al fútbol profesionalmente. El fútbol no es deporte
de acción sino de interacción, con sus compañeros, rivales, balón y espacio. Se
solicita conocer declarativa y procedimentalmente su rol según el MDJ de su
equipo, la estrategia operativa y en alguno de los 4 momentos del juego.
El futbolista tiene que tomar
decisiones y solucionar problemas individual y colectivamente, corriendo y en
muchas ocasiones a media o alta intensidad hasta casi 21 Km/h, en presencia de
fatiga y súmele si se quiere, la presencia de un rival que busca conseguir lo
opuesto que él-ellos. Y sí, todo corriendo.
Se entrena
mucho la variable psicológica y poco el juego, me incomodó escuchar eso. El equipo y el jugador son sistemas
complejos, sensibles a condiciones iniciales, que operan muchas veces lejos de
la homeostasis, donde la incertidumbre del juego condiciona jugador pero que el jugador también condiciona el
juego, todo ello en entorno que cambia sutil o bruscamente durante 95 minutos
aproximadamente.
El futbolista no se acuerda
muchas veces de los conceptos o técnicas psicológicas y en ocasiones hasta ni
las del propio entrenador (salvo situaciones cerradas como la táctica fija) no
porque no quiera, sino porque el contexto no le da tiempo.Afortunadamente, porque procesar toda esa información creo que es suficiente. Lo que realiza sumamente veloz es una reinterpretación de lo entrenado y moviliza recursos según ese momento y ese lugar para dar una solución primero correcta y luego rápida ante lo presentado, casi inconscientemente por elevados procesos perceptivos. No hay ni tampoco se recomienda mucho tiempo para pensar.
No debemos caer en la trampa
de analizar el deporte desde la lógica determinista que ha llevado a dar explicaciones simplistas, que aún pudiendo ser correctas, sólo forman
parte de un todo. La causalidad en el deporte es no lineal, interviene más factores internos, como el aspecto condicional, el táctico y el técnico así como otros externos menos controlables. Un entrenador me decía “no se gana
o se pierde sólo por una cosa”. Hasta hoy no le falta razón. Este análisis al que estamos llamados es un
maravilloso problema, donde una (no única) excelente excusa para analizar de
manera global el Fútbol e intervenir sobre él, es mediante el modelo de juego.
Bryan Mora